viernes, 17 de diciembre de 2021

Paterson

            

Water falls.

Water falls from bright air.

It falls like hair, falling across a young girl’s shoulders.

Water falls making pools in the asphalt, dirty mirrors with clouds and buildings inside.

It falls on the roof of my house.

It falls on my mother and on my hair.

Most people call it rain.

          



lunes, 15 de noviembre de 2021

El corazón de las tinieblas

Qué extraña es la vida -ese misterioso acuerdo, de una lógica cruel, y con un propósito inútil-. Lo más que se puede esperar es alcanzar cierto conocimiento de uno mismo -cosa que sucede demasiado tarde-, y una cosecha de interminables reproches.

 



sábado, 10 de julio de 2021

777

Al caer el Sol, nos invadió el frenesí propio de aquellos que saben que ya no hay noches suficientes en las que derramar la Luna. 

Más tarde, el whisky sentado se alió con sus ojos, y juntos me reprocharon aquellas verdades que no caben en un carro de supermercado.

Cuando la alcoba se desnudaba y los monederos se vaciaban, llegó el alba, titilante dentro de una pompa de jabón.

Mecidos por el silencio de un viejo autobús, llegamos a un aeropuerto que ella engalanó de recuerdos de despedida.

Mientras su sensualidad repelía la tinta, mi voz quedóse ronca de callarse los hielos, y nuestras miradas evitaron encontrar Alejandría.

Llegada la hora, el abrazo tomó la palabra, y nuestros cuerpos se dijeron en un minuto todo lo que la sábana de la pasión entrelazada les había robado. 

Así partió ella, con su preciosa sonrisa forzada, heraldo de tempestades, y con la maleta cargada de maravillas.

Después de aquello, me vi desbordado de parques y alamedas azules, y ni con dos Sabinas fui capaz de aprender a olvidarla en 500 noches.



sábado, 15 de mayo de 2021

Steppenwolf

Y todo esto lo conoce muy bien el lobo estepario... presiente su situación dentro del edificio del mundo, presiente y teme la posibilidad de un encuentro consigo mismo, sabe de la existencia de aquel espejo, en el cual siente tan terrible necesidad de mirarse y en el cual teme con mortal angustia verse reflejado.

viernes, 12 de marzo de 2021

The soldier's eyes

Aparté las lentes negras que sellaban el pozo de su mirada, 
desnudando las heridas al verme reflejado en sus 
ojos
de
soldado.
 
Supe entonces que ambos éramos conscientes 
de que no se puede evitar querer lo que te hace daño, 
del mismo modo que nadie sale ileso de una buena canción.

Tras mirarnos así no nos quedó más remedio; 
nos abandonamos a una noche sin sueño 
hasta que el alba ensangrentó de escarlata el horizonte.



martes, 12 de enero de 2021

Casualidades del solitario

—¿Tú crees en las casualidades, viejo? 


—¡Siéntate aquí! —me ordenó señalando una gran piedra—. 1349 — empezó. 


—La peste negra —dije. Sabía bastante historia, pero no era capaz de imaginar qué relación podía haber entre la peste negra y las casualidades. 


—Vale —dijo simplemente, y luego ya no hubo quien lo parara. 


—Seguramente sabrás que, durante la peste negra, la mitad de la población europea murió. Pero hay algo relacionado con eso que nunca te he contado. 


Por esa forma de empezar, deduje que la conferencia iba a ser larga. 


—¿Te das cuenta de que tenías miles de antepasados en aquella época? — prosiguió. 


Resignado, negué con la cabeza. ¿Cómo era eso posible? 


—Se tienen dos padres, cuatro abuelos, ocho bisabuelos, dieciséis tatarabuelos, etc. Si vas sumando así, hacia atrás, puedes llegar hasta el 1349. 


Asentí. 


—Y entonces llegó la peste. La muerte iba de pueblo en pueblo, y los más afectados fueron los niños. En algunas familias murieron todos, y en otras sobrevivieron quizá uno o dos. Muchos de tus antepasados eran niños en aquella época, pero ninguno de ellos la palmó. 


—¿Y cómo puedes estar tan seguro de eso? —pregunté sorprendido. 


Dio una calada al cigarrillo. —Porque tú estás aquí ahora, contemplando las estrellas. 


Una vez más, había dicho algo tan sorprendente que no supe cómo reaccionar. Pero comprendí que tenía razón, porque si uno solo de mis antepasados hubiera muerto cuando era niño, no podría haber sido mi antepasado. 


—La posibilidad de que ninguno de tus antepasados muriera de niño, era una contra miles de millones —continuó, y a partir de ese momento, las palabras fluían de su boca sin parar, como el agua de una cascada—. Porque no se trata únicamente de la peste negra, ¿sabes?, sino que, además, todos tus antepasados se hicieron mayores y tuvieron hijos, incluso durante las peores catástrofes naturales, e incluso en tiempos en que la tasa de mortalidad infantil era muy alta. Naturalmente, muchos padecerían alguna enfermedad, pero siempre se recuperaron. En ese sentido, has estado a un paso de la muerte cien mil millones de veces. Tu vida sobre este planeta se ha visto amenazada por insectos y animales salvajes, por meteoritos y rayos, enfermedades y guerras, inundaciones e incendios, envenenamientos e intentos de asesinato. En varias batallas te hirieron centenares de veces, porque habría antepasados tuyos en ambos bandos; en realidad, luchabas contra ti mismo y tus posibilidades de nacer, mil años más tarde. Lo que quiero decir es que esto ha ocurrido miles de millones de veces a lo largo de la Historia. Cada vez que han volado flechas por los aires, tus posibilidades de nacer han estado bajo mínimos. ¡Y, sin embargo, aquí estás, bajo el cielo, hablando conmigo! ¿Lo entiendes? 


—Creo que sí —contesté. Al menos creí comprender. 


—Estoy hablando de una continua cadena de casualidades —continuó mi viejo. —Y, de hecho, esta cadena retrocede hasta la primera célula viva que se dividió en dos, dando así origen a todo lo que crece en este planeta hoy. La posibilidad de que mi cadena no se rompiera en ningún momento en el transcurso de tres o cuatro mil millones de años era tan remota que resulta casi impensable. Pero, como ves, he sobrevivido. Ya lo creo, coño. Por otra parte, creo que tengo una gran suerte por poder vivir en este planeta contigo. Pienso que cada pequeño habitante de la Tierra tiene una enorme suerte.


—¿Nunca has pensado en pedir una subvención? —pregunté. 


—¿De qué demonios estás hablando? —gruñó. 


—De una posible subvención del Estado como filósofo. 


Soltó una carcajada, y luego, bajando un poco la voz, añadió: —Cuando la gente se interesa tanto por lo «sobrenatural», es debido a una extraña ceguera. No son capaces de ver lo más misterioso de todo, es decir, el hecho de que haya un mundo. Les preocupan más los marcianos y los platillos volantes que toda la misteriosa obra de creación que se extiende a nuestros pies. Yo no creo que el mundo sea una casualidad. 


Finalmente se inclinó sobre mí y susurró: —Yo creo que todo en el universo es intencionado. Puede que tras esa infinidad de estrellas y galaxias haya una intención.


El misterio del solitario.